Cuando en el campo florecen los candelabros (Pedro Esteban García)
“ Año de alzabarones, trigo a montones ” dice el refranero murciano. El labriego, miró siempre al cielo esperando el regalo húmedo y gratificante de las gotas de la lluvia, tesoro de perlas desprendido del collar núbeo del cielo. Confió en la segura generosidad de la cosecha ante la abundancia de nuevos tallos de las alzabaras, señal inequívoca de un fructífero año bendecido por los cielos. El alzabarón , candelabro florido del secano algareño, jalona márgenes, caminos y ramblizos. Adorna el paisaje con la única inflorescencia de la planta que le da vida, la alzabara ( agave americana) , que, como última manifestación de su existencia, lanza al aire su enhiesto bohordo o escapo, vegetal escalera para subir a las nubes, esfuerzo y meta final de sus carnosas hojas que, tras el deber cumplido, comienzan a momificarse. Antaño, el humilde encontró en este largo tallo de hasta 10 metros de altura, sostén para paredes y techumbres de sus habitaciones, y p