El apagón que nos llevó de vuelta a años pasados, por Emilio Gutiérrez.

El lunes España También Andorra y Portugal, así como parte de Francia, sufrieron un apagón total.

En menos de veinte minutos las teorías corrían como la pólvora en los portales de los edificios, en el bar y la panadería, entre vecinos y compañeros. Teorías que no vaticinaban nada bueno, teorías conspiranoicas que hablaban de Trump y de Musk, de Putin, del Presidente Sánchez, de hackers y ciberataques, de robo de suministros, de "ya veremos cuántos días estamos a oscuras"... ¡Faltaba hablar de marcianos! 

El presente se había quedado a oscuras y todos pintaban en futuro de negro. Pero los que ya tenemos unos años, volvimos al pasado: a nuestro pasado, vivido en nuestras carnes, donde los suministros no se daban por hecho, donde nos quedábamos sin butano o sin agua potable, cuando rellenábamos garrafas en la fuente, nos bañábamos en tinajas de zinc con agua tibia calentada en el fogón a duras penas y teníamos fresqueras en vez de neveras, así que teníamos que comprar hielo para poder conservar la comida o cuartillos de aceite para cocinar papas y sus peladuras. 

Y no os hablo de la Edad Media, tan viejo no soy, os hablo de mi infancia, en esta ciudad tan grande que hoy es Cartagena. 

No había televisiones en todas las casas, sólo unos pocos afortunados podían permitirse semejante lujo. Sí que teníamos radio y ella nos informaba y entretenía (ay, las radionovelas y sus episodios semanales, cuando nos juntábamos todos alrededor de la radio, hijos y mayores, para enterarnos del nuevo suceso que acontecía a los protagonistas), de ella salía la música que cantaban nuestras madres cuando lavaban la ropa y la tendían al viento.

Y el lunes... ¡ay, este lunes!... La radio volvió a cada hogar, cuando ni internet ni nuestros smartphones ni Netflix podían abastacernos. No hubo redes sociales, no hubo informativos televisados, no hubo programas de información. No pudimos llamar a la familia ni chatear con los amigos. Así que salimos al portal, a las plazas, a los bares. O nos quedamos en casa, aprovechando la luz del día y leyendo, mientras pensábamos cenas frías. 

No seré yo quien romantice la falta de comodidades, porque las sufrí en mi piel durante muchos años y me considero afortunado hoy día, porque mi casa es cómoda y mi despensa estaba abastecida. Eché de menos hablar con mi hija y con mi nieta, para saber cómo estaban porque viven en otra comunidad, eso sí. Pero bajé a la calle, al bar donde desayuno cada mañana y allí vi a vecinos conocidos... y a personas de mi barrio que no había visto. 

Familias, niños, jóvenes, parejas. Tomando algo en las terrazas y las aceras, mientras la radio nos medio informaba de que 95 Gw habían desaparecido de golpe (aún no logro entenderlo), se oía música, se charlaba animadamente, los pequeños parecían incluso disfrutar de la disponibilidad de los adultos. 

Sé que mucha gente pasó miedo, ojalá esto no vuelva a suceder. Pero quizá el lunes enseñó a la gente que no podemos dar todo por supuesto y que los vecinos son una red que debemos cuidar. 



Reflexión de Emilio Gutiérrez, el día 1 de Mayo de 2025.

Cartagena, ciudad portuaria y trimilenaria. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

LOS ÁRBOLES DE IBERIA, Pedro Esteban García

Los seniors debemos decir adiós a estos 8 hábitos para vivir más felices a partir de los 60.

CAMINAR PUEDE SER LA MEDICINA MÁS BARATA CONTRA EL DOLOR LUMBAR