San Valentín, el trovero Marín y Rosario "la Buena Moza", de Pedro Esteban García

     El santoral cristiano dedica el 14 de Febrero a San Valentín, que además de Santo se ha quedado con el encargo de ejercer como patrón de los enamorados, patronazgo actualmente muy bien acogido, promocionado y aprovechado por el sector del comercio, especialmente grandes almacenes y afines, que lanzan sus campañas publicitarias, insistentes hasta el cabreo de los que no tienen más remedio que pasar sus horas de ocio frente a la pantalla del televisor, donde por obra y gracia del zapeo, te encuentras el mismo anuncio de colonia en tres canales distintos al mismo tiempo.



     Usando el símil televisivo del zapeo, y tratando de huir del consumismo materialista y comercial que domina este día dedicado al amor a los enamorados, para ir al meollo del asunto que es el amor hacia la pareja de cada uno, voy a recordar en breves líneas a una vecina de El Algar, a la que por su belleza y presencia llamaban Rosario “La Buena Moza”.

     Fue Rosario una mujer muy enamorada de su pretendiente y fugaz marido, teniendo la desgracia de que su vida en común fuera muy corta, pues quedó viuda poco tiempo después de sus esponsales.

     El amor que había sentido hacia su marido en vida, llevaba a Rosario a visitar con frecuencia el cementerio, donde pasaba unos instantes orando y arreglando la tumba con los restos mortales de su amado, en la que nunca faltaba un pequeño ramo de flores frescas.

     Una de esas frecuentes ocasiones coincidió con la visita al camposanto, junto a unos amigos, de la gran figura del trovo que fue José María Marín, famoso en toda la comarca por su habilidad en el arte de la repentización y que en esa época residía en Las Lomas de El Algar.

     Al pasar Marín junto a la tumba donde en aquellos momentos Rosario se encontraba postrada, se sintió tan impresionado por su belleza y el recogimiento que la envolvía, que, allí mismo, repentizó a sus acompañantes un trovo que ha llevado a Rosario “La Buena Moza” a formar parte de la pequeña historia de El Algar.

   

  El trovo, que se ha conservado en la memoria de los aficionados a este arte, dice así:

 

La encontré en el cementerio

orando sobre una fosa,

feliz el muerto a quién reza

 una mujer tan hermosa.

 

 En lugar fúnebre y serio,

con el rostro demacrado,

orando con gran misterio

por el alma del finado,

la encontré en el cementerio.

 

Llorando cual fiel esposa

que al ser que amara perdió,

desconsolada y llorosa,

estaba cuando entré yo,

orando sobre una fosa

 

Cuando volvió la cabeza

para mirarme, observé

de su rostro la belleza

y entristecido exclamé:

feliz el muerto a quien reza.

 

Dichosa el alma dichosa,

dije del mortal aquel,

que en esta tumba reposa,

cuando aquí reza por él

una mujer tan hermosa.

 

 

 

                                                           Pedro Esteban García. (De mis escritos)

                                                                        Publicado en Facebook el 14/02/2023

                                                                   Imagen: Postal de 1946. Colección particular.

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